Lew Kuba se estiraba perezosamente después de hacer gimnasia matutina, cuando de repente su vista se posó en una forma extraña entre las densas hojas de las palmas. „¿Qué podrá ser?” pensó, acercándose curioso. Resultó ser un sombrero viejo y desgastado, cubierto de símbolos extraños.
—¡Hola, amigos! —llamó emocionado Kuba—. ¡Tenemos un nuevo misterio!
La ratoncita Patricia fue la primera en llegar al lugar, sacando su lupa. —¡Fascinante! —exclamó, examinando los misteriosos signos.
La jirafa Sofía estiró su largo cuello para observar mejor el hallazgo. —Hmm, ¿estos símbolos parecen… galletas? —dijo sorprendida.
—¿Galletas? —se rió Alfredo, el oso hormiguero—. ¡Eso son claramente hormigas!
Kuba puso los ojos en blanco. —Bueno, concentrémonos. ¡Tenemos que resolver este enigma!
Los detectives se pusieron a trabajar. Patricia dibujaba los símbolos, Sofía inspeccionaba los alrededores, y Alfredo… bueno, Alfredo simplemente olfateaba.
De repente, Kuba notó algo raro. —¡Miren! —gritó—. ¡Estos símbolos forman un mapa!
En efecto, al colocar los símbolos en el orden correcto, se revelaba un mapa que conducía a… ¡una vieja panadería en el borde de la jungla!
—¡Ahora todo está claro! —se rió Sofía—. ¡Debe ser el sombrero del panadero viejo que olvidó el camino a su casa!
Los animales, divertidos con el descubrimiento, decidieron llevar el sombrero a su dueño. Al llegar, encontraron al anciano sentado frente a la panadería.
—¡Mi sombrero! —exclamó feliz—. ¡Pensé que nunca lo volvería a ver! ¡Como recompensa les daré galletas!
Y así, gracias a las habilidades de detective de nuestros héroes, el misterio del sombrero fue resuelto, y todos recibieron deliciosas galletas, incluso Alfredo, que aceptó una galleta de hormiga con un suspiro.