Detective Alfred y el Aroma Misterioso

Una mañana, cuando los animales detectives terminaron sus ejercicios diarios, el tamandúa Alfred de repente levantó su largo hocico y comenzó a moverlo con energía.

„¿Qué pasa, Alfredo?” preguntó la ratona Patricia, ajustándose sus grandes gafas.

„Siento un olor extraño que se cierne sobre el río,” gritó Alfred. „No son hormigas ni ninguna comida que conozca. ¡Tenemos que investigar!”

El león Kuba, ajustando su sombrero de detective, ordenó: „¡Equipo, es hora de actuar ¡Sofía, observa desde arriba!”

La jirafa Sofía, masticando el último trozo de hoja de palma, estiró su largo cuello y se miró alrededor. „Veo algo extraño en la orilla del río, unos 500 metros de aquí.”

Los detectives se pusieron en marcha con Alfred al frente, quien se detenía cada poco para oler el aire. Patricia saltaba al lado, sosteniendo una lupa, y Kuba caminaba orgulloso detrás de ellos.

Cuando llegaron al lugar, vieron… un gran globo amarillo.

„¿Qué es esto?” se preguntó Alfred, acercando su hocico con cuidado.

„Parece algún experimento científico,” exclamó Patricia emocionada.

De repente, el globo comenzó a moverse y a elevarse. Justo debajo del globo, bajo el agua, apareció la cabeza de… un hipopótamo.

„¡Hola, amigos!” gritó el hipopótamo. „Soy el profesor Hipcio y estoy probando mi nuevo invento: un globo de aire caliente con aroma a plátano.”

Los animales miraban con incredulidad cómo el globo se elevaba lentamente sobre la jungla.

„No, no,” murmuró Kuba. „Supongo que debemos actualizar nuestra lista con 'hipopótamos voladores’.”

Todos se rieron a carcajadas, y Alfred agregó: „Quizás la próxima vez, profesor Hipcio, podría probar con el aroma de hormigas. Sería más fácil seguirlo.”

Así, los detectives resolvieron el misterio del extraño olor, ganando al mismo tiempo un nuevo y un poco excéntrico amigo.