En la jungla, el día comienza temprano – antes de que el sol ilumine completamente las hojas de las palmeras, ¡nuestros detectives ya están despiertos! El león Kuba, con su sombrero favorito adornado con una pluma, dirige la gimnasia matutina. Salta, estira sus patas y cuenta en voz alta:
– ¡Uno, dos, tres… y salto! – que suena eco entre los arbustos.
Patricia, la ratoncita del desierto, hace pequeñas sentadillas y sus grandes orejas se mueven de forma divertida. La jirafa Sofía estira su cuello para alcanzar las hojas frescas de palmera – ¡por supuesto, solo las más altas! El oso hormiguero Alfredo practica… con su nariz, inhalando los aromas de la mañana y tratando de averiguar quién ya desayunó.
Cuando llega la hora del desayuno, cada uno toma su golosina preferida:
– Patricia cruje galletas de queso y anota en su diario: “Desayuno: 7 galletas, 1 acertijo por resolver”.
– Sofía mordisquea galletas de palma mientras contempla pensativa el mapa de la jungla.
– Kuba devora con apetito galletas de bistec, contando dramáticas historias sobre sus aventuras de ayer.
– Alfredo saborea lentamente galletas de hormiga, disfrutando cada bocado y… el aroma.
Después del desayuno, los cuatro se sientan bajo un gran árbol, donde los animales de la jungla vienen en busca de consejos.
Primero llega la guacamaya Pola.
– ¡He perdido mi pluma favorita! – llora.
Patricia rápidamente saca su lupa y pregunta: – ¿Cuándo la viste por última vez?
Pola recuerda que fue la tarde anterior… y juntas comienzan la búsqueda que termina con éxito: la pluma estaba atrapada en un hueco del árbol.
Luego aparece el armadillo Andrés.
– Mi caparazón cruje raro, ¿es normal?
Alfred huele el caparazón y dice: – Es solo el aroma de hojas frescas, seguro te recostaste debajo de una palmera donde los caracoles dejaron baba. ¡Solo necesitas un baño!
Finalmente llega Marta, la mona, temblando.
– ¡La jungla susurra! ¡En la noche las hojas de las plantas parpadean y no puedo dormir! – exclama moviendo la cola de forma dramática.
Kuba se quita el sombrero teatralmente y dice:
– ¡Esto suena a un caso para nosotros! Ese parpadeo misterioso… ¿serán los fantasmas de las palmeras?
Sofía se anima enseguida:
– ¡Las hojas son mi especialidad! Tenemos que investigarlo. Patricia, tú ayudarás a abrirte paso entre los arbustos. Alfredo, dame el frasco con olor a hojas frescas, puede servirnos.
Patricia guarda su lupa en el bolsillo, Sofía toma su cuaderno y lápiz para dibujar el mapa, y Alfredo entrega el frasco con fragancia. Kuba se queda en guardia para consolar a Marta y contar historias dramáticas sobre los fantasmas de la jungla (con mucho efecto).
Al caer la noche, Sofía extiende su largo cuello por encima de la palmera más alta. Desde arriba ve cómo las hojas realmente parpadean con la luz de la luna.
Patricia, abriéndose paso por los arbustos, observa por su lupa:
– ¡Algo se mueve ahí! Pero no son fantasmas… es… algo pequeño y resbaladizo.
Sofía dibuja el mapa del terreno, marcando los lugares donde las hojas brillan más. En el centro del parpadeo encuentran a Alfredo, que con los ojos cerrados huele el aire.
– ¡Es el olor… del baboso brillo de los caracoles! – anuncia orgulloso.
Patricia asoma bajo las hojas y susurra:
– ¡Son caracoles! ¡Muchos! Y tienen sobre sí jugo brillante de flores.
Resulta que los caracoles organizaron un baile nocturno. Untan las hojas con jugo brillante de flores, que refleja la luz de la luna y crea un espectáculo increíble.
Al principio Marta se asusta, pero luego ríe de alegría – ¡los caracoles la invitan al baile!
Sofía dibuja el plan de la discoteca vegetal, Patricia escribe en su diario: “Misterio resuelto: caracoles + jugo de flores = hojas parpadeantes”. Alfredo prepara bocadillos con hojas y flores, y Kuba, por supuesto con el sombrero más brillante, cuenta junto al fuego la historia dramática del caracol más valiente de la jungla.
Desde entonces, cuando las hojas comienzan a parpadear, toda la jungla sabe que es hora de la discoteca de caracoles.
Nadie teme ya las luces nocturnas, y nuestros detectives están orgullosos de haber resuelto otro misterio – gracias a la colaboración, el valor, la curiosidad y… un poco de risa.
Y así termina la aventura de hoy de los detectives de la jungla – pero mañana los espera otro enigma.