Había una vez un grupo de amigos muy especiales: el león Kuba, el ratón del desierto Patrycja, la jirafa Zofia y el oso hormiguero Alfred. Ellos vivían cerca de un hermoso lago donde siempre ocurrían aventuras increíbles.
### La mañana después de una misión nocturna
La noche anterior había sido muy cansadora para los amigos. Pasaron toda la noche buscando a una tortuga que parecía perdida en el lago. Pero, para su sorpresa, la tortuga no estaba perdida: simplemente se había quedado dormida después de una larga partida de ajedrez con un tejón. Todos estaban agotados y dormían profundamente mientras afuera llovía.
Por suerte, Patrycja había puesto el despertador. En cuanto sonó, tocó el timbre para despertar a todos.
—¡Levántense, es hora de hacer gimnasia! — exclamó alegre.
Aunque a Zofia no le daban muchas ganas de levantarse, sabía que era importante mover el cuerpo. Saltó de la cama y dirigió el calentamiento matutino.
—¡Vamos a mover el cuello: doblar, estirar, doblar, estirar! — gritó con energía.
Luego hicieron ejercicios más difíciles: agacharse con las patas delanteras, luego con las traseras, y pataditas hacia adelante y hacia atrás. Para terminar, Zofia hizo un salto mortal hacia adelante con giro de cuello y otro hacia atrás. Todos intentaron imitarla, pero solo Patrycja pudo hacer un salto mortal ayudándose con sus largas orejas.
Después de hacer gimnasia, corrían hacia el lago para darse una ducha rápida. Saltaron desde el muelle al agua, y luego, limpios y llenos de energía, se sentaron a desayunar juntos.
### Consejos para los animales
Ese día sabían que recibirían la visita de tres animales: uno verde, otro naranja con negro y uno azul.
#### La visita de la rana
Primero llegó una rana del lago del norte.
—¡Croac, croac, hola a todos! — dijo, pero nadie entendía su idioma de rana.
—Hola señora rana, ¿qué la trae por aquí? — preguntó el león Kuba.
—Croac, croac, croac — respondió la rana.
—Parece que no entiende nuestro idioma — dijo Patrycja. — Por suerte tenemos un traductor muy moderno para ranas.
Patrycja sacó un aparatito que parecía una grabadora. Cada vez que la rana hablaba, el traductor convertía sus croares en palabras que todos podían entender:
—Hola, soy una rana. Vine del lago del norte donde hay muchas flores de loto. En esas flores pongo mis huevos y practico saltos y volteretas. Pero tengo un problema grande. Alguien viene y arranca las flores. Cuando salto, en vez de caer de flor en flor, caigo al agua porque salto un poco a ciegas. Y cuando hago una voltereta hacia atrás, no veo lo que hay detrás.
Los amigos empezaron a pensar.
—Eso suena sospechoso — dijo Patrycja—. A nadie le harían falta esas flores… a menos que las usen para hacer coronas o adornos.
—Quizás alguien no sabe lo importantes que son para las ranas — reflexionó Alfred. — Deberíamos investigar si es un accidente o algo intencional.
—O tal vez son para curar algo — añadió Zofia. — Algunas plantas acuáticas tienen propiedades medicinales.
Después de mucho hablar, Kuba dijo:
—Tenemos que hacer una misión para descubrir quién hace esto. ¿Esa persona llega en barco o por tierra?
—No lo sé porque siempre aparece de noche, cuando yo duermo — respondió la rana.
—Tomaremos nota y mañana saldremos a investigar — prometió Alfred.
La rana agradeció y volvió a su casa, esperando que los detectives la ayudaran.
#### La visita del leopardo
Después llegó un leopardo naranja con manchas negras.
—Hola primo leopardo, ¿qué te trae? — preguntó Kuba.
—Tengo un problema — suspiró el leopardo—. Me golpeé la cabeza y tengo un bulto rojo enorme en la frente. Ya no soy un leopardo naranja con manchas, sino un leopardo naranja con un bulto rojo. ¡Y mañana es el concurso de belleza!
—Ay, esos concursos — murmuró Alfred—. ¿No puedes ponerte una gorra?
—No, porque es un desfile de ropa de verano. No puedo usar gorra en verano — contestó el leopardo.
Los amigos pensaron cómo ayudar.
—Podríamos usar una crema para bajar la inflamación — sugirió Patrycja.
—O pegarle algo al bulto para que parezca un adorno — dijo Alfred.
Pero Zofia tuvo una idea mejor:
—Yo también soy naranja y tengo manchas. Tengo un set de maquillaje que es perfecto para camuflar. Sólo tienes que pintarte el bulto con polvo negro y parecerá una mancha más. Nadie lo notará.
—¡Qué idea tan sencilla! — se alegró el leopardo. — ¿Me enseñas cómo hacerlo?
Zofia le puso un espejo, tomó un poco de polvo y le pintó una mancha negra sobre el bulto para esconderlo.
—¡Gracias! — dijo el leopardo y se fue feliz a cuidar su pelaje para el concurso.
#### La visita de la libélula
El último invitado debía ser azul oscuro. Los amigos pensaron en qué animal podría ser así.
—¿Será un pavo real? — dijo Kuba. — Algunos de sus plumas son azul oscuro.
—¿O un pájaro exótico o una guacamaya? — pensó Patrycja.
Abrieron la puerta, pero no vieron a nadie. Regresaron a la mesa.
—¿Dónde está nuestro último invitado? — preguntó Zofia.
—¡Aquí estoy! — dijo una voz pequeñita.
Era una hermosa libélula azul que estaba sentada en el respaldo de una silla.
—Libélula, ¿cuál es tu problema? — preguntó Alfred.
—Cuando aparezco, nadie cree que un animal azul tan bonito pueda ser natural — explicó. — Piensan que estoy encantada. Y cuando descubren que hablo el idioma de los animales, creen que soy una princesa encantada y tratan de quitarme el hechizo con una poción mágica. Pero soy alérgica a esa poción y me hace estornudar mucho.
—¿Cómo podemos ayudarte? — preguntaron.
—Quiero que todos sepan que soy una libélula de verdad, no una princesa encantada — respondió.
Los amigos hablaron y propusieron varias ideas.
—Podríamos hacer una exposición sobre libélulas en el museo — dijo Alfred.
—O escribir un libro sobre su vida para repartirlo a todos — dijo Zofia.
—¿Y hacer un documental? — añadió Kuba.
Finalmente, Patrycja tuvo la mejor idea:
—Haremos una fiesta para todos los animales. Zofia preparará una presentación sobre las libélulas. También haremos folletos con fotos, costumbres y dónde viven. Y tú hablarás para que todos te conozcan y se hagan tus amigos.
—¡Excelente plan! — se alegró la libélula. — ¿Cuándo la haremos?
—Pronto será el primer día de escuela — dijo Patrycja. — Muchos animales volverán al colegio después de las vacaciones, y algunos irán al jardín infantil. Será la ocasión perfecta para enseñar.
La libélula agradeció y voló a contarles a sus amigas y amigos, que también pensaban era una criatura encantada.
### Misión detective en el lago
Después de las visitas, los amigos comieron un delicioso merienda: helado de fresa con diferentes toppings. Alfred con toppings de hormigas, Patrycja con queso, Zofia con palma, y Kuba con carne.
Por la noche, comenzaron a planear cómo investigar el robo de las flores de loto.
—Tenemos que descubrir quién las arranca — dijo Kuba. — No sabemos si viene por tierra o por agua, así que nos dividiremos.
—Patrycja y yo iremos en kayak por el lago — propuso Alfred.
—Zofia y yo miraremos desde la orilla — añadió Kuba.
Se vistieron de negro para no ser vistos en la oscuridad. Pintaron el kayak de negro y prepararon aparatos para ver en la noche. Justo antes del anochecer partieron hacia el norte del lago, donde la rana entrenaba.
### La primera trampa
Durante tres horas no pasó nada. Los amigos esperaron pacientemente, escondidos. Alfred y Patrycja flotaban silenciosos en el kayak, mientras Kuba y Zofia los vigilaban desde la orilla, camuflados en los arbustos.
—¿Crees que alguien vendrá? — susurró Patrycja a Alfred.
—Hay que tener paciencia. Un buen detective sabe esperar — respondió Alfred.
De repente, Patrycja escuchó un ruido extraño.
—¡Escucho algo! — susurró. — ¡Un motor!
Kuba sacó sus gafas de visión nocturna y vio que se acercaban dos personas en una moto de agua.
—¡Cuidado! — advirtió por radio. — Vienen rápido, deben mover el kayak para que no los atropellen.
Patrycja y Alfred remararon suavemente y el kayak se movió unos metros sin hacer ruido. La moto pasó justo detrás. Los chicos en la moto se detuvieron donde crecen las flores de loto y empezaron a cortarlas.
—Tenemos que ver quiénes son — dijo Patrycja.
—Acérquense con cuidado — dijo Alfred.
Se acercaron despacio sin hacer ruido. Con la luz de la luna vieron a dos niños que antes tiraban basura en el bosque.
—Son los mismos que prometieron no hacer travesuras — dijo Alfred.
Los niños cortaron diez flores, las cargaron en la moto y se fueron. Los amigos decidieron no detenerlos aún, pero seguirlos para saber qué hacían con las flores.
—Sigámoslos, pero mantengamos distancia — propuso Patrycja.
Los siguieron hasta una pequeña bahía donde los niños amarraron su moto y llevaron las flores a una caseta.
—Parece que quieren venderlas — dijo Alfred. — Vamos a contarle a Kuba y Zofia.
### Plan para la segunda trampa
Al día siguiente, se reunieron en la playa para planear.
—Extraño que los niños hayan vuelto a hacer travesuras — dijo Kuba. — ¿Por qué?
—Tenemos que atraparlos y averiguar por qué — dijo Patrycja. — Tengo un plan.
Miraron el mapa del lago que había dibujado Patrycja.
—Cuando vuelvan de noche, Alfred y yo saltaremos al agua con equipo de buceo — explicó Patrycja—. Mientras cortan las flores, nos esconderemos bajo su barco y engancharremos un arpón en el costado.
—Zofia y tú tiraréis de una cuerda para sacar el barco a la orilla — dijo Kuba—. No tendrán dónde escapar.
—¿Y si cortan la cuerda? — preguntó Zofia.
—Por eso tenemos un plan B — dijo Patrycja—. Alfred y yo tenemos un kayak rápido escondido para perseguirlos si se escapan.
—Kuba y yo esperaremos con una red para atraparlos si intentan huir hacia el otro lado — dijo Zofia.
Pasaron el día preparando todo: revisaron el equipo de buceo, las cuerdas, el arpón, escondieron el kayak y colocaron redes en lugares clave.
### La segunda trampa y persecución
Esa noche, se posicionaron. Patrycja y Alfred se ocultaron en el agua cerca de las flores, y Kuba y Zofia esperaban en la orilla con las cuerdas.
Después de dos horas escucharon el motor. La moto se acercaba a las flores.
—Ahí están — susurró Alfred a Patrycja—. Prepárate.
Cuando los niños empezaron a cortar las flores, Patrycja y Alfred entraron al agua silenciosamente, se acercaron al barco y engancharon los arpones.
Kuba y Zofia vieron una luz acordada y encendieron un reflector para tirar de las cuerdas.
Pero esta vez los niños reaccionaron rápido. Vieron el movimiento en el agua y cortaron la cuerda con un cuchillo.
—¡Están escapando! — gritó Patrycja. — ¡Plan B!
Alfred y Patrycja saltaron al kayak rápido, encendieron el motor y comenzaron la persecución.
—¡Aquí Patrycja! — habló por radio—. Van hacia el este. Kuba, Zofia, ¡prepárense en la orilla este!
La persecución fue intensa. La moto era rápida, pero el kayak maniobraba mejor entre las islas y juncos.
—¡Giraron al norte! — gritó Alfred—. Van al paso estrecho.
—Kuba, Zofia, ¡allí tienen la red! — dijo Patrycja.
Los niños no sabían de la red oculta bajo el agua. Al entrar en el paso, la moto quedó atrapada y se detuvo.
—¡Los tenemos! — gritó Zofia.
Patrycja y Alfred llegaron y rodearon a los niños.
—¡No se muevan! — rugieron los amigos.
—¿Por qué nos atraparon? — preguntaron asustados los niños.
—Ustedes expliquen por qué roban las flores — dijo Kuba con voz firme.
—No sabíamos que eran de alguien — explicaron los niños—. Pensamos recogerlas de noche y venderlas por la mañana en el mercado como flores para jarrones.
—Pero esas flores son para que las ranas practiquen sus acrobacias — explicó Zofia—. Ellas viven aquí. ¿Cómo pudieron cortarlas?
—No lo sabíamos — dijeron con pena—. Queríamos ganar dinero para comprar una computadora. Nadie nos dijo que las flores eran importantes.
Los amigos se miraron.
—Eso lo explica todo — dijo Alfred—. No fue maldad, solo falta de información.
—Les daremos una oportunidad para arreglarlo — dijo Kuba—. Lleven esas flores que cortaron, pero mañana vendrán aquí y pondrán una red especial en los lugares sin flores. Así las ranas podrán seguir entrenando.
—¡Por supuesto! — dijeron los niños—. Gracias por no castigarnos.
### Reparando daños y una nueva solución
Al día siguiente, a las diez en punto, los amigos se reunieron con los niños. Juntos colocaron una red verde resistente donde se habían cortado las flores.
—La red debe estar bien tensa — explicó Zofia—. Las ranas necesitan una superficie firme para saltar.
—Y tiene que ser impermeable — añadió Alfred—. Si no, se dañará rápido en el agua.
Los niños siguieron las instrucciones cuidadosamente para arreglar el daño.
Cuando terminaron, llegaron las ranas para probar la red.
Para sorpresa de todos, ¡les encantó! La red era más elástica y les permitía saltar más alto que las flores.
—¡Esto es maravilloso! — croaron las ranas saltando felices.
No podían resbalar ni hacer toboganes con la red, porque no era tan suave como las hojas, pero estaban felices de tener un nuevo lugar para entrenar.
Los niños se sintieron mejor al ver la alegría de las ranas. Entendieron que sus acciones tenían consecuencias para otros.
—Lo sentimos por los problemas — dijeron—. No queríamos hacer daño.
—Lo sabemos — dijo Kuba—. Pero siempre hay que pensar en cómo nuestras acciones afectan a los demás.
—Sí, entendemos — admitieron—. Pero todavía necesitamos dinero para la computadora. ¿Tienen alguna idea para ganar dinero sin dañar a nadie?
Los amigos pensaron.
—¿Y si limpiaran la playa? — sugirió Patrycja—. Las botellas vacías se pueden reciclar y así ayudarían al medio ambiente y ganarían dinero.
A los niños les gustó la idea. Comenzaron a recoger basura de la playa y la orilla del lago. Había muchas botellas, latas y papeles.
—No sabía que la gente dejaba tanta basura — dijo uno mientras llenaba una bolsa.
—Lamentablemente, mucha gente no cuida la naturaleza — suspiró Zofia—. Por eso su trabajo es tan importante.
### Descanso merecido
Después de varios días trabajando duro, los amigos decidieron tomarse un día libre. Tras hacer gimnasia, desayunar y dar consejos, tomaron limonadas y se sentaron en sus sillas junto al lago.
—Esta misión fue un éxito — dijo Patrycja mientras bebía—. No solo ayudamos a las ranas, sino que también encontramos una solución para los niños.
—Y les enseñamos que cada acción tiene consecuencias — añadió Alfred—. A veces no sabemos cómo afectan nuestros actos a otros.
—Lo más importante es que ahora el lago está más limpio y las ranas tienen un mejor lugar para practicar — señaló Zofia—. Todos ganamos.
—Esto demuestra que de situaciones difíciles puede salir algo bueno — dijo Kuba—. Solo hace falta creatividad y trabajar juntos.
Los amigos miraban el sol, escuchaban el agua y veían a las ranas entrenar en la red nueva mientras los niños recogían basura.
—¿Saben qué? — dijo Patrycja—. Creo que deberíamos organizar un día de limpieza del lago para todos los habitantes. Podríamos combinarlo con la fiesta educativa sobre las libélulas.
—¡Qué buena idea! — coincidió Kuba—. Mostraremos lo importante que es cuidar nuestro entorno.
—Y que todos, incluso los más pequeños, pueden ayudar a proteger la naturaleza — añadió Zofia.
Pasaron el resto del día planeando el evento, disfrutando su tiempo juntos y admirando la puesta del sol sobre el lago. Por la noche, se durmieron bajo un cielo estrellado, felices y con nuevas ideas para el futuro.
Porque la lección más importante de esta aventura fue que con comprensión, educación y trabajo en equipo, se pueden resolver los problemas más difíciles. Y cuando todos trabajan juntos por un bien común, el beneficio es para todo el mundo, desde la libélula más pequeña hasta el león más grande.