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Expedición por la hoja mágica del arce. Parte 1.

Comienza el cuento.

### Por la mañana y la gimnasia

Es 1 de septiembre. Los animales se despiertan y salen corriendo a hacer gimnasia. Siempre comienzan la mañana con ejercicios para mover los huesos, las articulaciones, las colas, las orejas y hasta la nariz. Hoy, el rey león es quien dirige la gimnasia.

—¡Arriba, dormilones pícaros, muévanse torpes bolas, movimientos gelatinosos! —ruge amistosamente el león.

Todos los animales se levantan alegres porque saben que hoy los espera una misión especial. Aunque no saben exactamente qué tendrán que hacer, esperan escuchar un problema para resolver y cumplir una tarea.

Los animales salen frente a su casita, y el león comienza los ejercicios.

—Primero moveremos la melena a la izquierda y a la derecha.

El ratón del desierto no sabe cómo mover la melena porque no tiene, así que mueve las orejas. La jirafa Sofía mueve su largo cuello. El oso hormiguero Alfredo mueve la nariz. Y el león Lucas mueve la melena a la izquierda, a la derecha, arriba y abajo.

—Luego ejercitaremos las patas: izquierda, derecha, trasera y delantera.

Después de ejercitar todas las patas, el león anuncia un descanso.

—Ahora todos corremos hacia el lago.

Los amigos chapotean, se sumergen y hasta lanzan agua haciendo grandes fuentes. Por suerte, el león dice que la gimnasia termina y vuelven a la playa.

Los animales salen del agua, se sacuden el pelaje, se cambian y preparan el desayuno. Cada uno cocina su plato favorito, pero nadie empieza a comer hasta que todo está listo. Ponen los platos sobre la mesa y luego intentan intercambiar comida con los compañeros.

Sin embargo, como siempre ocurre, al león no le apetece ninguna galleta de hormiga, ni el queso del ratón del desierto, ni los manjares de palma de la jirafa. Y la jirafa no quiere el filete que le ofrece el león. El ratón solo quiere queso, y el oso hormiguero probaría todo, pero le gustan más las galletas con salsa de hormiga.

Terminan el desayuno y limpian el lugar. El oso hormiguero es elegido para lavar los platos, algo que le molesta un poco, pero gracias a sus ágiles garras los lava bien en el lago.

Las camas están hechas, las habitaciones aireadas y los dientes lavados: todo listo para la reunión de consejos.

### Consejos para los habitantes de la jungla

A las 9:00 de la mañana, los animales se sientan alrededor de la mesa. Normalmente a esta hora alguien llega para dar un consejo, pero hoy saben que la sesión no será común. Hoy recibirán una misión importante y esperan con impaciencia.

Hasta la loro Ala sale de su pequeña madriguera detrás de la casita, sin participar en la gimnasia ni en el desayuno porque tiene su grano. No se preocupa por lavar los dientes ni ordenar, solo observa.

Al poco tiempo, escuchan un golpe en la puerta.

—Yo voy a abrir —dice la jirafa Sofía, y abre la puerta.

Con paso seguro y orgulloso entra un marmota. Lleva un traje elegante, un maletín de cuero, y detrás suyo sigue un pequeño marmotita con una bolsita de utensilios de aseo.

Al marmota le gusta cuidar su aspecto y su pelaje, por eso al sentarse en la mesa su pequeño asistente le pasa la bolsita. El marmota se peina los bigotes, acomoda las cejas y deja el sombrero en la cabeza de su ayudante, porque no hay otro lugar para ponerlo.

—Buenos días, detectives —dice—. Me llamo Świ.

—¿Świ? —pregunta la jirafa Sofía.

—Świszczysław —responde Świ—. Me ha enviado la Asociación de Marmotas con una misión especial. En nuestra tierra apareció una extraña enfermedad. Todas las marmotas que atraviesan el agua, la arena mojada o el pasto tienen las patas rosas. Al principio creímos que alguien había teñido el agua, pero no es eso. Después pensamos que la arena de la playa colorea las patas, pero también sucede cuando caminan por charcos. Preguntamos en varios sitios y uno de los marmotas más viejos recordó que leyó esto en el Gran Libro de la Sabiduría.

—Cada cien años, el árbol que da sombra a las marmotas y cuya madera usan para construir casas, cambia su estructura y segrega un jugo extraño. Ese jugo se evapora, las marmotas lo inhalan y eso cambia su organismo. En las patas se acumulan elementos que reaccionan con el agua y, cuando caminan por terreno húmedo, sus patas se vuelven rosas.

—Por suerte hay una solución: el árbol cambiará su estructura otra vez si se riega con un elixir hecho con hoja de arce. Pero ese arce solo crece en el mundo de los humanos, en un parque. Para conseguir la hoja se necesita un grupo de valientes que cruce el río, el claro, el lago, y luego suba la montaña sin tener miedo a los humanos. Tienen que encontrar el portal hacia ese mundo, cruzarlo, buscar un medio de transporte, llegar al arce, obtener la hoja y regresar antes de que se marchite —solo tienen seis horas. Intentamos elegir un valiente de nuestra tierra, pero ninguno sabe escalar montañas ni cruzar ríos, ni tiene coraje ante los humanos. Preguntamos en otros lugares y muchas criaturas nos dijeron que la ayuda solo la encontraremos en la tierra de los Animales Detectives. La sabia lechuza nos sugirió que acudamos a ustedes porque solo ustedes pueden hacer esta misión.

Los animales escuchaban atentos. Hacía mucho que no tenían un reto tan importante. La última misión fue para encontrar una pluma mágica, pero esta vez era más difícil porque tenían que ir a otro mundo.

Todos miraban a Świ esperando que terminara de contar la historia. Cuando acabó, el oso hormiguero tragó saliva y dijo:

—Ah, me comeré una galleta y después organizamos el plan.

El ratón del desierto se puso las gafas, abrió el libro sabio y empezó a leer sin apartar la vista. Solo la jirafa dijo:

—Otra misión, otra aventura. Hay que comer, vestirse y podemos partir.

Pero añadió:

—No será peligrosa, pero requerirá rapidez, resistencia e ingenio.

Hubo un silencio en espera de la respuesta del ratón Patricio.

Cuando por fin terminó de analizar el libro, respiró hondo y dijo:

—Leí que cada cien años los árboles pueden segregar ese jugo extraño. Mi tatarabuela contaba que un día un grupo de valientes trajo una hoja de arce y salvó a muchos animales. Así que es posible. Debemos aceptar la misión.

Świ respiró aliviado:

—¡Hurra, hurra!

El marmotita pequeño también saltó y gritó:

—¡Hurra! ¡Estamos salvados!

—Partiremos hoy mismo —dijo el león en tono serio.

Świ se dirigió a los animales:

—¿Tienen un mapa de su mundo? Les indicaré el lugar donde está el portal.

—Sí, claro —respondió el ratón y entregó una hoja con el plano de toda la tierra.

—Aquí está el punto de inicio de su viaje —dijo Świ mostrando en el mapa la zona donde está el portal.

### Comienzo de la expedición

Los animales empezaron a planificar la ruta y calcular el tiempo necesario para llegar al lugar que los trasladaría al otro mundo.

Tras los preparativos, partieron. Esta vez usaron bicicletas forestales porque el terreno del bosque no era apto para otros vehículos. Llegaron al borde del bosque, dejaron las bicicletas y siguieron a pie. El bosque era espeso y lleno de desafíos, pero estaban decididos a llegar a tiempo al portal hacia el mundo humano.

Al salir de la maleza, llegaron a un claro donde podían prepararse para la siguiente etapa. El ratón del desierto sacó el mapa y explicó el plan para continuar. Ahora debían llegar a un portal suspendido entre dos montañas. Solo aquel que sepa volar con precisión en un ala delta podrá cruzar al mundo humano.

Desafortunadamente, no todos podían volar. Uno debía quedarse para recibir la hoja de arce cuando se obtuviera. Por sorteo, el ratón del desierto fue elegido para volar.

Los preparativos duraron horas y cuando llegó el momento, los animales observaron cómo el ratón Patricio se alejaba hacia el portal.

Fue un momento lleno de emoción, pero el equipo estaba listo para los próximos retos.

Y aquí termina la primera parte de nuestra historia. Los invitamos a la segunda parte, donde descubrirán si los animales encuentran el elixir que buscan.